miércoles, 21 de enero de 2015

Deseo de ti. (II)


Deseo  de ti. (II)

Arde mi cuerpo  de  pasión por  tenerte
y  hacerte  presa entre mis  brazos,
fundir  tu  aliento  con el mío
en una  mezcla de  besos con sabor
 a  amor  y a pasión.

Adentrarme en tu  cuerpo quiero,
 como  el  rió se adentra  en el mar,
como  se pierde  el  arcoíris  en el cielo
perderme  en  tu cuerpo quiero.

Caminar  con mi  deseo  por  la colina  de tus  pechos,
pasear  de un lado  a  otro por el valle de tu  pubis
 entrar  y salir  por  tu puerta
temblando,
 no  de miedo sino  de  pasión.

 Ver  tu rostro  perdido de deseo
que aclama mis besos y caricias
hasta  llevarte 
al firmamento de  tu  gloria.

Que complacido mi cuerpo de complacer el tuyo,
tus ojos me miren mientras te miro,
y nuestros  silencios hablen un te  quiero,
mientras nuestras  manos acarician con ternura
nuestros  rostros que reflejan complacencia mutua. 

En la estratosfera de cuerpo.

En la estratosfera de cuerpo.

En  mi pensamiento entro lento
en la  estratosfera de  tu  cuerpo,
a donde me lanzas  extasiado con esa mirada
que aumenta la temperatura de mi cuerpo
cada centímetro que me  adentro.

Me  acerco a  tu distancia
a tan solo  trece pasos de mi presencia,
y  con mis labios derretidos  por el calor de  tu cuerpo
susurro tembloroso  frases a tu oído
que arden en mí
como llamas encendidas  por  tu amor.

Ansía mi alma tu presencia
y mis  ojos  tu mirada,
como ansía el niño
 el  regalo en sus cumpleaños.

Como el sediento ansia el agua,
y el enamorado ansía los  labios  de  su amante;
ansío yo amada mía,
 arder entre tus  brazos.

Un hombre tras los versos.

Un hombre  tras  los versos.

Un hombre,
escondido tras un árbol de letras,
va escribiendo  pasos entre  líneas del destino,
mientras busca su  imagen en el espejo de  unas páginas,
que apenas dejan ver su opaco rostro.

Como el  dependiente al fármaco,
es  su alma a los versos,
dopa su aliento con las  letras  
que lo sacan de su fútil  universo.

Juega  con palabras
se distrae con páginas de  pensamientos,
más no los  suyos,
 de los cuales huye,
 como si fueran  fantasmas que
le asustan en su encierro.  

Una fuerza desgastada,
una opaca ilusión,
son el alma de unos versos,
del sentido y sin sentido
en un destino extraviado.

Acompaña su soledad con palabras
 que dibuja de  forma y colores,
mientras tanto la entretiene con historias
que le cuenta junto al lecho
esperado que le  acompañe  en su sueño.