En lo cotidiano.
He
aprendido a amarte en la
naturaleza de tu ser,
en las
sencillez de la cosas cotidianas
de la vida
donde
sencillamente descubro tu presencia.
Por
ejemplo:
En la mirada silenciosa de
tus ojos,
que cerrados a la luz
del día,
divagan por caminos del destino,
construyendo sueños anhelados.
Te amo
en la quietud de
tus labios
que me hablan con tu presencia
sin necesidad de pronunciar palabras.
Te amo en el beso que no me has
dado,
en la caricia que me guardas entre tus
brazos,
como en el saludo rutinario de un de un encuentro,
o un adiós y chao.
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