La impermanencia de la vida.
Ayer,
tenía
veinte años menos,
un camino sin recorrer
seis errores sin cometer
y mucho miedo
por vencer
Mi cuerpo de nada se quejaba,
pesaba unos
kilos menos,
y al especialista
solía poco visitar.
Mi cabeza no pintaba de gris,
mi mente se columpiaba en la inmadurez;
mi
corazón latía a su ritmo
y no pensaba tanto para amar;
unas veces amaba como niño
y otras
veces ni siquiera sabía amar.
Hoy,
sentado en este vértice de la
historia,
tengo
veinte años menos,
una mochila de errores,
una maleta de recuerdos,
un camino de sueños ,
una caja de bombones,
y una cadena de temores
de volverme a
equivocar.
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