Mi casa tomada.
Y dime:
¿Con que autoridad te atreves
a pasearte
de un lado para otro
por el pasillo de mis
pensamientos?
Y como si te fuera poco,
entras
y sales
por la puerta de mi memoria,
te quedas en la
sala de mi corazón
y
te bamboleas en la mecedora
de mis sentimientos,
mientras tranquilamente te sirves
una
copa de mi melancolía,
tomándote cada botella
de mis
recuerdos.
En verdad,
te pregunto tontamente
por si
me quieres responder,
pues nunca he
olvidado
que un día te
di las llaves
de esta
casa.
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