A veces la razón se solía asustar al
verla partir,
perdía la esperanza y se echaba a llorar,
mientras tanto el corazón
se reía
de sus tonterías.
¿Y cómo saber, que no se ha marchado
para siempre?
Preguntaba la razón.
Tan sencillo,
Contestaba el corazón,
¿No ves que
sigo viviendo?
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